Desarrollo de la Sesión

Hacia una Europa plural, democrática y participativa: una construcción colectiva

Próximamente

La sesión dejó entrever la existencia de tres paradojas que afectan al neoliberalismo: 1) la económica, por la capacidad para crear condiciones favorables para el crecimiento ha ido ligada a la incapacidad para ponerlas en marcha; 2) la política, por la que la democracia que propició el nacimiento del neoliberalismo se ve socavada por la evolución de éste, surgiendo líderes espectaculares y presiones políticas hacia la derecha dentro del espectro político; y la del neoliberalismo autoritario, por la que la propuesta de un neoliberalismo extremo por quienes están en el gobierno, refuerza un programa económico que perjudica a las mismas bases que sostienen esos gobiernos.

La sesión permitió constatar la incapacidad del neoliberalismo para generar una prosperidad compartida, mientras que sí ha dado pie al surgimiento de una gran inestabilidad social, así como formas autoritarias de administración. Asimismo, la debilidad de la izquierda no permite pensar en nuevos sistemas de acumulación que puedan sustituir al neoliberalismo y que tengan un carácter progresista.

El neoliberalismo autoritario quedó caracterizado, pues, como la “furia desorganizada de los ‘perdedores’” del propio neoliberalismo, de suerte que éste centra su propia defensa en el ataque hacia las partes más débiles del sistema: las personas inmigrantes o refugiadas, las mujeres, quienes más sufren la pobreza, etc. Para ello, se aduce que se trata de abordar la corrupción y los privilegios de los que se benefician tales colectivos.

Ante tal situación, se estudiaron las posibilidades para reaccionar contra estas tendencias. En este sentido, se abordaron las limitaciones de cualquier programa que pretenda reinstaurar una socialdemocracia de corte keynesiano, no solo por sus dificultades económicas intrínsecas, sino por el modo en que el  neoliberalismo condiciona cualquier tipo de política a aplicar. Consideramos, por tanto, necesario abordar desde la audacia un programa alternativo que ponga en el centro la igualdad, que supere las limitaciones propias de las estrategias  estrictamente electorales y que parta de la recomposición de clase. Se trataría, pues, de articular una herramienta política capaz de desafiar el poder de las finanzas y el control que las empresas y sus intereses ejercen sobre el conjunto de la sociedad.