Desarrollo de la Sesión
El auge del fascismo en Europa: claves para su comprensión II
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A partir de las diferentes perspectivas acerca del estudio de la desigualdad, incluyendo las que sostienen que éste es positiva para el correcto funcionamiento del sistema económico, fue posible concluir que, por el contrario, la desigualdad genera distorsiones que perjudican al funcionamiento de la sociedad, sobre todo cuando se analiza desde la perspectiva de los diferentes problemas sociales que quedan agudizados cuando crecen las disparidades entre la población, como por ejemplo, una menor esperanza de vida, una mayor mortalidad infantil, una confianza social erosionada o la proliferación de problemas mentales (incluyendo las adicciones al alcohol y las drogas), entre otras.
El estudio de la evolución de la desigualdad pone de manifiesto, por un lado, cómo la distribución funcional, es decir, el reparto de la renta total entre quienes viven de su trabajo y quienes viven de otro tipo de rentas, es cada vez más desfavorable hacia los primeros. Esto se traduce asimismo en un aumento de la desigualdad personal de la renta a escala global (con la excepción de países como China o India, que pueden distorsionar la imagen conjunta si se desconoce su particular evolución). Este incremento ha sido especialmente constante desde
los años ochenta en las economías más avanzadas el planeta. Asimismo, el aumento de la desigualdad entre países es importante, lo que ayuda también a entender la evolución de los movimientos migratorios.
A partir de los argumentos esgrimidos por autores como Karl Polanyi, Michael J. Sandel o César Rendueles, es posible relacionar el aumento de la desigualdad (vinculado necesariamente a la dinámica económica capitalista) con el surgimiento, por un lado, de franjas de población mayoritariamente descontentas y, por otro, con la articulación de las inquietudes políticas de esa parte de la población a través de movimientos de extrema derecha. Evidentemente, no es
ésta la única causa que explica la proliferación de dichos movimientos, pero sí nos permite arrojar luz sobre una de ellas y, por tanto, sobre el fenómeno que nos proponemos estudiar.
En definitiva, resulta paradójica la defensa realizada por parte de los movimientos de la extrema derecha de una concepción de la libertad ciertamente restringida, y cercenada en última instancia a aspectos muy concretos de la economía y sintetizados en la máxima de libertad de elegir. Nada más. En cambio, la conclusión a la que se llegó en esta tercera sesión vincula estructuralmente igualdad y libertad toda vez que esa libertad es para todo el mundo o
no puede ser, de forma efectiva, para nadie, puesto que solo desde una democracia radical que se propugne un igualitarismo profundo podremos vivir en una vida buena.