Desarrollo de la Sesión

El auge del fascismo en Europa: claves para su comprensión I

Próximamente

Es evidente que en el actual periodo histórico que nos ha tocado vivir coexisten diferentes tipos de dominación y opresión. Como señala el pensamiento crítico de corte más marxista y materialista, a lo largo de la historia existen mecanismos de dominación basados en la opresión, en la coerción y en la violencia física, material y económica por parte de los grupos y clases sociales en el poder (Harvey, 2013). Situaciones que no sólo no se han reducido, sino que por el contrario están aumentando bajo el desarrollo hegemónico del capitalismo neoliberal (Piketty, 2013 y 2019), con el aumento la pobreza, de la precariedad laboral, del surgimiento de nuevas formas de exclusión social y con el incremento de la inestabilidad geopolítica en todo el mundo. Tampoco se pueden dejar de lado otras estructuras de dominación como las del racismo, el sexismo, las intervenciones militares imperialistas, los regímenes dictatoriales o el dominio de las grandes corporaciones multinacionales en sectores como la alimentación, los medios de comunicación, la energía, etc. Los discursos Ilustrados y humanistas a pesar de subrayar la reflexión razonada en base al conocimiento científico y de apoyarse en concepciones humanistas de carácter universal, no consiguen establecer una barrera infranqueable ante el avance del discurso neoliberal que está detrás de buena parte de ellos. Es más, la erosión que han sufrido principios ilustrados durante las últimas décadas ha facilitado que el discurso neoliberal haya fagocitado y utilizado sus nodos discursivos para asentar su hegemonía en todo el planeta.

El pensamiento crítico y sus desarrollos en el campo educativo y en el análisis del discurso desde esta perspectiva crítico-emancipatoria, se han mostrado y continúan siéndolo muy relevantes a la hora de denunciar, cuestionar y desnaturalizar el uso ilegítimo, los abusos de poder y las condiciones y procesos en donde se generan estas situaciones de opresión. El pensamiento educativo crítico y las diversas propuestas que emanan de él se muestran particularmente efectivas a la hora de analizar el poder como una acción represiva, coercitiva y violenta. Los hechos sociales no son textos literarios que interpretar. Un tanque disparando misiles en un conflicto militar no un texto que comentar, y un niño pobre en una ciudad deprimida con altas tasa de pobreza y delincuencia tampoco.

Sin embargo, las tesis posmodernas también nos han enseñado algo, y aunque no es una cuestión de si han o no han superado las aportaciones de los planteamientos críticos, sí que nos han mostrado que el panorama no es tan claro como la narrativa moderna nos parecía hacer ver. Si las perspectivas críticas de la modernidad enfatizaban más los aspectos materialistas y tendían con mayor frecuencia a recurrir a las fuentes de la crítica ideológica marxista, los enfoques postcríticos se centran más en el análisis discursivo de la realidad, se afianzan en el giro lingüístico de las ciencias sociales y ponen en primer plano el papel significativo del lenguaje en la construcción de la realidad y como a través de los discursos se reproducen, legitiman –pero también transforman- las relaciones sociales.

El pensamiento heredero de la Ilustración y sus formas científico-racionales en las cuales se apoyaba, para garantizar un pretendido progreso ilimitado e infinito hacia mayores cotas de desarrollo, debe ser cuestionado y criticado abiertamente. El avance tecnológico alcanzado por el pensamiento moderno no es suficiente para afrontar y solucionar los problemas más acuciantes de nuestras sociedades. Aún reconociendo el innegable valor de los resultados del pensamiento moderno y de sus soluciones típicamente tecnológicas, es necesario criticarlo y cuestionar sus promesas de emancipación. Pero no desde una perspectiva que se limite a señalar la falta de desarrollo o de extensión del pensamiento científico-racional, sino desde una perspectiva que reconozca que los problemas a los que se tiene que enfrentar la humanidad no se reducen a lo meramente tecnológico, sino que abarca una dimensión más compleja. Es el retorno de lo político, una esfera que no puede ser enajenada de la ciudadanía.

El retorno de la primacía de lo político nos tiene que hacer ver que el mundo en el que vivimos es mucho más complejo y dinámico de lo que imaginábamos y que los procedimientos científico racionales que surgieron en el periodo de la Ilustración, con su afán por la parcelación del conocimiento y la especialización del saber, mutilan, reducen y acaban caricaturizando la realidad que tratan de explicar. No siendo conscientes que en el propio proceso de enunciación y explicación, ocultan el proceso de construcción de la realidad que tratan de describir y explicar. Construyendo la realidad según las propias características y principios del pensamiento moderno, las cuales no nos sirven hoy en día para entender la realidad social, política, cultural y educativa.

Por ello es necesario afrontar estos y otros problemas, con una mirada diferente y con otras categorías de pensamiento. En el campo educativo es donde aparece el discurso poscrítico para por una parte ponderar los diferentes discursos existentes, los hegemónicos y los marginados; y por otra parte, reconstruirlos y ver sus orígenes y condiciones de emergencia, no con la intención de llegar a una verdad absoluta y primigenia a partir de la cual comenzar a ofrecer respuestas y soluciones -elaborar un currículum crítico emancipatorio-, sino para poder valorar las posibilidades de avance y de justicia social de cada uno de ellos en sus respectivos ámbitos y campos -un currículum postcrítico-. Una ponderación basada en un diálogo abierto y en la contrastación constante entre los diferentes y diversos discursos para abrir nuevos espacios de reflexión y debate, reconociendo las relaciones y el carácter transversal del saber y de los discursos que lo producen y reproducen.

Las promesas que ofrecía el pensamiento moderno se han mostrado huecas e ilusorias, así como el camino pretrazado hacia un progreso continuado, lineal y universal. Como señala el pensamiento posmoderno éstas son un camino más dentro de una miríada de sendas y posibilidades, encrucijada que vuelve el panorama mucho más complejo, pero también más real y por tanto con mayores posibilidades de emancipación y de autonomía. La educación inclusiva, la educación por el bien común, tiene aquí todavía un enorme terreno por recorrer.